Las piedras negras desde la antigüedad han estado rodeadas de un halo de
magia y misterio, llegando a ser incluso objeto de culto.
Piedras negras hay muchísimas , aunque las mas conocidas y utilizadas son,
ONIX negro, AZABACHE, OBSIDIANA, TURMALINA NEGRA y la SUNGHITA, esta ultima de
reciente aparición en los mercados.
Con todas estas piedras se confeccionan infinidad de objetos decorativos,
herramientas o elementos para ser utilizados en practicas terapéuticas no
convencionales y como elementos que forman parte de joyas o abalorios
(colgantes, collares, pulseras, anillos, pendientes, etc.)
El respeto y misterio que acompaña a estas piedras hace que en ocasiones se
sobredimensionen sus influencias creando temores sobre su incidencia negativa
al usarlas.
Es verdad que toda piedra tiene una energía y esta una incidencia en el
estado energético de las personas, pero para que esta incidencia sea
significativa tiene que colocarse la piedra en el lugar adecuado.
Una de las indicaciones de las piedras negras es “para protegerse de la
negatividad” (envidia, rabia, malas intenciones) tanto la que podemos recibir
de terceros o que nosotros podemos generar por las situaciones que vivimos.
Otra es la de conectarnos con la tierra (acercarnos a la realidad) “ tocar de
pies en la tierra”.
Muchas veces renunciamos a lucir una piedra montada en una pulsera,
colgante, pendientes, anillo, etc., porque nos han dicho que no nos conviene o
no estamos preparados. Una cosa muy importante y que tenemos que tener en
cuenta es que inconscientemente buscamos aquello que nos ayuda a estar
mejor.
No renunciemos a llevar una piedra negra o de otro color si nos gusta y apetece, lo que simplemente estemos
atentos, a los cambios de estado de animo o humor que se pueden producir al
llevar la piedra elegida.
Si una piedra nos altera o incomoda, no tenemos que deshacernos
de ella simplemente cambiándola de mano, en el caso de una pulsera o anillo,
será suficiente y en el de un colgante guardémoslo y descansemos de él para
usarlo en otro momento mas adecuado.
*Artículo Angel Aranda