* Por gentileza de Agartam
PROPÓSITO
NUEVO CICLO: LOS VALORES DE LA UNIDAD
En colaboración con la Red de Valores y con la Red de
Ho’oponopono de Agartam.
En este nuevo ciclo vamos a impulsar los valores que le dan
forma a la unidad, para que el nuevo ser humano, que acaba de nacer, crezca
nutriéndose de ellos y recordando en cada paso cómo materializar su propósito
de vida.
Nuestro objetivo ahora sobre la Tierra, como humanidad, es materializar la unidad, abandonar la
lucha, recuperar la paz, hallar nuevas maneras de resolver los conflictos,
ideas basadas en el amor y el respeto y no, en el miedo ni el desprecio al otro
ser.
Todos somos hermanos en esencia, aunque nos comportemos de
formas muy diferentes y estemos más o menos estancados en nuestros procesos
evolutivos. Todos venimos a aprender en este planeta. A unos les cuesta más que
a otros, pero no por ello son despreciables, ni condenables, bien al contrario,
son dignos de amor y compasión. Ésa es la perspectiva que nos ayudará a
recuperar plenamente la unidad sobre la Tierra, a darnos la mano para avanzar y
a permitir que sea el amor el que guíe nuestros pasos. Evidentemente, esa nueva
perspectiva debe comenzar en nuestro interior: aplicando cada uno de los valores de la unidad, primero en uno mismo,
para poder expandir esa energía por el mundo y hacia los demás.
PRIMER VALOR: LA
HONESTIDAD
Honestidad conmigo mismo, para dejar
de negarme a ser quien soy; para convertirme, por fin, en mi mejor
amigo; para dejar de oponerme a la voz que surge de mi corazón. Cuando mis
pensamientos y palabras expresan lo que siento, soy uno en mi interior. Soy
honesto conmigo y puedo disponerme a serlo con los demás. La señal que emito al
mundo es coherente. Expreso lo que siento, porque mi mente no se opone a ello,
con pensamientos de derrota miedo o infravaloración. Mi mente colabora conmigo
y me ayuda a ser yo.
La honestidad debe ir acompañada del
máximo respeto, cuando tengo que expresar algo que puede herir a los demás. No
debe convertirse en un río desbordado que invada y destruya, sino que debe
fluir como el agua de una pequeña cascada: chorro a chorro o gota a gota, en
función de la sensibilidad del que va a escuchar lo que tengo que decir.
Cuando soy honesto con el otro le estoy abriendo el corazón y
posibilitando que él abra también el suyo, por resonancia. Si finalmente no lo
hace y elige el conflicto, en vez de la unidad, no debo sentirme culpable por
ello, sino comprender que aún no se encuentra preparado y respetar. Respetar su
decisión de ser quien decide ser y continuar siendo yo mismo.
La honestidad fomenta la unidad entre mente y corazón, algo que
es inmensamente necesario para poder lograr la unidad en el mundo. Seres unidos en su interior son los que
marcarán la senda de regreso al amor.
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